Por Patricia Grogg
CAIMANERA, Cuba (IPS) "Cuando ellos (los marines) llegaban, mi madre me trancaba en la casa", cuenta Elia Torres. Aquel espectáculo de decenas de hombres ávidos de distracción fácil y el temor familiar es lo primero que recuerda esta cubana cuando se remonta 50 años atrás en la provincia de Guantánamo.
Situado a unos 20 kilómetros del centro de la capital de Guantánamo, de igual nombre, y a más de 900 kilómetros al sudeste de La Habana, este municipio costero es conocido ante todo porque una buena porción de su territorio está ocupada por la base naval de Estados Unidos. Caimanera es un "municipio cerrado" al que no puede entrar cualquiera. Sus más de 11.000 residentes deben portar un documento que los acredita como tal y al menos dos puestos militares revisan minuciosamente esa identificación y los permisos que todo visitante tiene que solicitar con algunos días de antelación. Cerca de la entrada, una enorme pancarta proclama a los cuatro vientos que se pisa calle de la "primera trinchera antiimperialista". Luego, la vista se pierde en la industria salinera, principal fuente de trabajo en la zona y de la cual procede la sal que consumen siete de cada 10 habitantes de Cuba. Cuando en la base estalla una mina antipersonal, o se hacen prácticas militares, el estruendo se siente en toda Caimanera, que también puede observar en el cielo el cruce de los fuegos artificiales que suelen acompañar la celebración del 4 de julio, fiesta nacional estadounidense. El área que ocupa Estados Unidos es de 117,6 kilómetros cuadrados, a la entrada de la bahía de Guantánamo, y le fue cedida en arriendo a perpetuidad por un convenio bilateral firmado en 1903. Hoy paga 4.085 dólares al año, que deposita en un banco estadounidense porque el gobierno de Fidel Castro se ha negado siempre a cobrarlo. No faltan las sugerencias, en respuesta a los festejos estadounidenses, para que del lado cubano también se acuda a la pirotecnia el 1 de enero o el 26 de julio, la más importante celebración del calendario revolucionario de esta isla caribeña. Pero las autoridades señalan que se prefiere "utilizar los recursos en escuelas o en la salud pública". Maestras de la escuela primaria Wilfredo Gonce Cabrera aseguran que sus alumnos no sufren estrés psicológico por vivir tan cerca del enclave militar de un país como Estados Unidos, separado de Cuba por un conflicto que tiene la misma edad del proceso revolucionario iniciado en enero de 1959 y liderado por Castro. "La clase no se interrumpe cuando se siente el estallido de algún artefacto. Ya estamos acostumbrados", afirmó Idaelia Luna, directora desde hace 22 años del plantel educacional fundado en 1961 y remozado el año pasado. Luna contó con orgullo que más de 100 egresados de esa escuela son hoy médicos y más de medio centenar profesionales de otras disciplinas, entre ellos nueve maestros que integran el cuerpo docente de Wilfredo Gonce Cabrera. "Nací y crecí en Caimanera, así que conozco bien a todos mis pacientes y sus problemas. Eso es importante para el diagnóstico", comentó Yordani Marrón, doctora de familia de uno de los 13 consultorios del municipio. En salud, educación y demás esferas sociales y económicas se tiene como política fomentar la permanencia profesional de los habitantes originarios. "Se trata de que las plazas sean ocupadas por gente de acá", explicó Leonel Haber, especialista en pediatría del hospital materno-infantil Gustavo Adolfo Moll. Haber añadió que a los salarios se suma en Caimanera un estipendio adicional de 30 por ciento y sus habitantes se benefician de un plan especial que añade alimentos como carne y leche a la canasta básica racionada que se distribuye en todo el país a precios subsidiados. El hospital exhibe entre sus logros sanitarios cero mortalidad infantil desde mediados de julio de 2003, gracias a una estrategia que involucra no sólo al sector de la salud, sino también a las empresas, que brindan atención a la trabajadora gestante, agregó el galeno. Lejos están los tiempos en que la salud era un privilegio para pocos. Elia Torres, hoy de 63 años y jubilada de enfermera, también rememora que no fue atendida de una gastroenteritis que sufría porque sus padres no tuvieron el dinero suficiente para pagar la consulta en el único centro sanitario que existía cinco décadas atrás en este poblado. "Por esa época aquí no había escuelas ni médicos como ahora, pero sí muchos bares y prostíbulos", dice la mujer a IPS. Debido a problemas de salud y para huir de la soledad, Torres acude diariamente a la Casa del Abuelo del pueblo, donde es la más joven de las 24 personas de la tercera edad que atiende el recinto de siete a cuatro horas de la tarde. La ensenada de Guantánamo tiene 19 kilómetros de largo y unos ocho de ancho. La base naval estadounidense está emplazada en el terreno que se extiende a ambos lados de un estrecho canal situado en el extremo sur de la bahía, que permite la entrada de buques de gran tonelaje. Los habitantes de Caimanera creen que si pudieran disponer de esa zona para el turismo internacional u otras actividades económicas, tanto el municipio como el resto de la provincia de Guantánamo tendrían mejores condiciones de vida y mayor desarrollo. "Ellos tienen la parte más importante y de mejores condiciones. Es una seria limitante para la provincia no poder disponer de ese recurso natural", comentó a IPS el historiador José Ramón Sánchez, de Guantánamo. Sánchez aseguró que hasta los años 80 hubo muchos conflictos con el enclave, violaciones del espacio aéreo, desembarcos clandestinos y otros actos hostiles, pero "a partir de los años 90 se ha logrado distensión en la línea divisoria". En momentos florecientes de la base, a mediados del siglo XX, llegó a haber más de 12.000 trabajadores cubanos en el enclave, repasó Sánchez. En la actualidad, apenas quedan tres, según funcionarios del gobernante Partido Comunista de Cuba. Esto redujo drásticamente las posibilidades de intercambio de la población civil cubana con la base, donde el gobierno estadounidense de George W. Bush mantiene unos 450 prisioneros a los que acusa de pertenecer a la red terrorista Al Qaeda o al movimiento islamista afgano Talibán. Los detenidos sufren condiciones infrahumanas, según varias organizaciones internacionales. "A los guantanameros nos ofende que, cuando se habla de esa prisión en la prensa internacional, no siempre se aclare que está en un territorio cubano ocupado por Estados Unidos", comentó Sánchez. La Habana exige la devolución a su jurisdicción del área en que está enclavada la base. Además, en 2004 y 2005 intentó, sin éxito, promover una resolución de condena a Estados Unidos por la violación de los derechos humanos de los prisioneros en el lugar. En este contexto, el gobierno de Cuba permitió en enero que un grupo de pacifistas marchara hasta el perímetro fronterizo de la base para exigir el cierre de la cárcel, la derogación de la Ley de Comisiones Militares aprobada por Bush el pasado año y la restauración del instrumento del hábeas corpus.
Situado a unos 20 kilómetros del centro de la capital de Guantánamo, de igual nombre, y a más de 900 kilómetros al sudeste de La Habana, este municipio costero es conocido ante todo porque una buena porción de su territorio está ocupada por la base naval de Estados Unidos. Caimanera es un "municipio cerrado" al que no puede entrar cualquiera. Sus más de 11.000 residentes deben portar un documento que los acredita como tal y al menos dos puestos militares revisan minuciosamente esa identificación y los permisos que todo visitante tiene que solicitar con algunos días de antelación. Cerca de la entrada, una enorme pancarta proclama a los cuatro vientos que se pisa calle de la "primera trinchera antiimperialista". Luego, la vista se pierde en la industria salinera, principal fuente de trabajo en la zona y de la cual procede la sal que consumen siete de cada 10 habitantes de Cuba. Cuando en la base estalla una mina antipersonal, o se hacen prácticas militares, el estruendo se siente en toda Caimanera, que también puede observar en el cielo el cruce de los fuegos artificiales que suelen acompañar la celebración del 4 de julio, fiesta nacional estadounidense. El área que ocupa Estados Unidos es de 117,6 kilómetros cuadrados, a la entrada de la bahía de Guantánamo, y le fue cedida en arriendo a perpetuidad por un convenio bilateral firmado en 1903. Hoy paga 4.085 dólares al año, que deposita en un banco estadounidense porque el gobierno de Fidel Castro se ha negado siempre a cobrarlo. No faltan las sugerencias, en respuesta a los festejos estadounidenses, para que del lado cubano también se acuda a la pirotecnia el 1 de enero o el 26 de julio, la más importante celebración del calendario revolucionario de esta isla caribeña. Pero las autoridades señalan que se prefiere "utilizar los recursos en escuelas o en la salud pública". Maestras de la escuela primaria Wilfredo Gonce Cabrera aseguran que sus alumnos no sufren estrés psicológico por vivir tan cerca del enclave militar de un país como Estados Unidos, separado de Cuba por un conflicto que tiene la misma edad del proceso revolucionario iniciado en enero de 1959 y liderado por Castro. "La clase no se interrumpe cuando se siente el estallido de algún artefacto. Ya estamos acostumbrados", afirmó Idaelia Luna, directora desde hace 22 años del plantel educacional fundado en 1961 y remozado el año pasado. Luna contó con orgullo que más de 100 egresados de esa escuela son hoy médicos y más de medio centenar profesionales de otras disciplinas, entre ellos nueve maestros que integran el cuerpo docente de Wilfredo Gonce Cabrera. "Nací y crecí en Caimanera, así que conozco bien a todos mis pacientes y sus problemas. Eso es importante para el diagnóstico", comentó Yordani Marrón, doctora de familia de uno de los 13 consultorios del municipio. En salud, educación y demás esferas sociales y económicas se tiene como política fomentar la permanencia profesional de los habitantes originarios. "Se trata de que las plazas sean ocupadas por gente de acá", explicó Leonel Haber, especialista en pediatría del hospital materno-infantil Gustavo Adolfo Moll. Haber añadió que a los salarios se suma en Caimanera un estipendio adicional de 30 por ciento y sus habitantes se benefician de un plan especial que añade alimentos como carne y leche a la canasta básica racionada que se distribuye en todo el país a precios subsidiados. El hospital exhibe entre sus logros sanitarios cero mortalidad infantil desde mediados de julio de 2003, gracias a una estrategia que involucra no sólo al sector de la salud, sino también a las empresas, que brindan atención a la trabajadora gestante, agregó el galeno. Lejos están los tiempos en que la salud era un privilegio para pocos. Elia Torres, hoy de 63 años y jubilada de enfermera, también rememora que no fue atendida de una gastroenteritis que sufría porque sus padres no tuvieron el dinero suficiente para pagar la consulta en el único centro sanitario que existía cinco décadas atrás en este poblado. "Por esa época aquí no había escuelas ni médicos como ahora, pero sí muchos bares y prostíbulos", dice la mujer a IPS. Debido a problemas de salud y para huir de la soledad, Torres acude diariamente a la Casa del Abuelo del pueblo, donde es la más joven de las 24 personas de la tercera edad que atiende el recinto de siete a cuatro horas de la tarde. La ensenada de Guantánamo tiene 19 kilómetros de largo y unos ocho de ancho. La base naval estadounidense está emplazada en el terreno que se extiende a ambos lados de un estrecho canal situado en el extremo sur de la bahía, que permite la entrada de buques de gran tonelaje. Los habitantes de Caimanera creen que si pudieran disponer de esa zona para el turismo internacional u otras actividades económicas, tanto el municipio como el resto de la provincia de Guantánamo tendrían mejores condiciones de vida y mayor desarrollo. "Ellos tienen la parte más importante y de mejores condiciones. Es una seria limitante para la provincia no poder disponer de ese recurso natural", comentó a IPS el historiador José Ramón Sánchez, de Guantánamo. Sánchez aseguró que hasta los años 80 hubo muchos conflictos con el enclave, violaciones del espacio aéreo, desembarcos clandestinos y otros actos hostiles, pero "a partir de los años 90 se ha logrado distensión en la línea divisoria". En momentos florecientes de la base, a mediados del siglo XX, llegó a haber más de 12.000 trabajadores cubanos en el enclave, repasó Sánchez. En la actualidad, apenas quedan tres, según funcionarios del gobernante Partido Comunista de Cuba. Esto redujo drásticamente las posibilidades de intercambio de la población civil cubana con la base, donde el gobierno estadounidense de George W. Bush mantiene unos 450 prisioneros a los que acusa de pertenecer a la red terrorista Al Qaeda o al movimiento islamista afgano Talibán. Los detenidos sufren condiciones infrahumanas, según varias organizaciones internacionales. "A los guantanameros nos ofende que, cuando se habla de esa prisión en la prensa internacional, no siempre se aclare que está en un territorio cubano ocupado por Estados Unidos", comentó Sánchez. La Habana exige la devolución a su jurisdicción del área en que está enclavada la base. Además, en 2004 y 2005 intentó, sin éxito, promover una resolución de condena a Estados Unidos por la violación de los derechos humanos de los prisioneros en el lugar. En este contexto, el gobierno de Cuba permitió en enero que un grupo de pacifistas marchara hasta el perímetro fronterizo de la base para exigir el cierre de la cárcel, la derogación de la Ley de Comisiones Militares aprobada por Bush el pasado año y la restauración del instrumento del hábeas corpus.